|
Pagamos una tecnología mucho más cara
|
Martes, 4 de agosto de 2015
|
Tecnología por la nubes  Hace unos días leí una nota sobre el costo de la tecnología en nuestro país que me llamó la atención. Comprar la última computadora de Apple en Argentina sale lo mismo o más que comprarla en EEUU, contando los pasajes, gastos en comida y alojamiento. Esta desproporcionada diferencia de precio no ocurre sólo con esta marca sino con todas las del mercado. La pregunta es cómo estamos y como nos afecta esto como país.
Siempre supe que la tecnologia en Argentina era cara en comparación al resto del mundo, pero tengo que reconocer que cada vez estamos con precios más ridículos. En la actualidad somos el país más caro y con peor acceso de la región. Si comparamos con EEUU, una notebook de media gama allá cuesta unos $2.600 (USD $280), contra $8.400 en nuestro país. Es decir que sale más de tres veces en Argentina que en EEUU.
Sin embargo, es sabido que EEUU es un mercado donde la tecnología es particularmente barata, por lo que sería más lógico compararnos con nuestos vecinos de la región. Según el Índice Macro de Brecha Digital, Argentina es el país de Latinoamérica que más salarios promedio necesita para adquirir tecnología. Tanto en cuanto notebooks, como tablets y smartphones en nuestro país se necesita el doble o más de salarios promedio para comprarlos que en Brasil, Chile, Colombia o Perú, por ejemplo.
Que la tecnología sea tan cara no es un dato menor en un mundo donde se trata de combatir la brecha digital entre aquellos que pueden acceder a la tecnología y quiénes no. Pagar un precio alto perjudica a empresas, trabajadores y consumidores en general.
En el ámbito educativo es fundamental abaratar los insumos tecnológicos para poder incorporarlos al proceso de aprendizaje. De esto tomó nota el Gobierno Nacional con el plan Conectar Igualdad. Si bien el programa es bueno, de poco sirve darles la primera computadora a los chicos, si esta será la última que tengan por los altos costos de acceder a otra en el futuro.
De igual modo, los jóvenes universitarios y terciarios también precisan acceder a la tecnología para poder desarrollarse en sus carreras. Encarecer el acceso a la misma los priva de poder tener mejores equipos obligándolos a comprar aquellos de menor calidad o incluso haciendo que, en muchos casos, ni siquiera puedan acceder a los de más baja gama.
Por otra parte, la incorporación de tecnología en las empresas hace que estas aumenten su productividad, pudiendo ser más competitivas a nivel mundial, generando empleos de mayor calidad y con mejores salarios. Esto a su vez genera un beneficio para el país que se traduce en mayor crecimiento de su economía. Pero con costos en materia de tecnología que duplican o triplican el de otros países de la región, es difícil que este ciclo virtuoso ocurra, sobre todo para las PYMES y los pequeños emprendimientos que tanto lo necesitan. Difícilmente nuestra economía crezca si las empresas que la componen no pueden estar a la vanguardia en tecnología para producir bienes y servicios que tanto el mercado interno como el mundo demanda.
Es necesario bajar el costo de la tecnología y para ello es clave bajar los impuestos que se aplican a la misma cuando se la importa. A cualquier producto importado hoy se le aplica 21% de IVA, más 20,5% de impuesto a los bienes suntuarios, 20,5% de derechos aduaneros y un 5% de otros impuestos.
En gran parte de los casos, a estos impuestos hay que sumarle además el costo de recorrer 6 mil kilómetros desde Buenos Aires a Tierra del Fuego y luego desde aquí a Buenos Aires nuevamente. Es que en Tierra del Fuego se encuentran empresas que, subsidiadas por el Gobierno Nacional, ensamblan celulares, notebooks y otros equipos electrónicos. Más del 90% de lo que allí se realiza es ensamblaje de componentes importados de China. A diferencia de otros polos tecnológicos, como los que existen en Brasil o México, las empresas radicadas en el sur de nuestro país no producen innovaciones ni están obligadas a reinvertir ganancias en investigación y desarrollo. Además, lo que se produce en Tierra del Fuego es sólo para consumo interno, mientras que los polos de Brasil y Mexico también exportan a todo el mundo generando riqueza para sus países.
Entonces, pagamos la tecnología mucho más cara para radicar empresas que no agregan valor al país ni dan empleos de calidad. Si solo tenemos en cuenta lo se ahorraría la sociedad argentina en su conjunto si pagara el precio que corresponde por la tecnología, alcanzaría y sobraría dinero para garantizar que no se pierda un solo empleo en las fábricas de Tierra del Fuego y a su vez se genere un programa de producción de software que agregue valor a la industria, mediante descuentos impositivos.
Necesitamos hacer más accesible la tecnología y salir del primer puesto del ranking de los países más caros. No es justo que la sociedad pague un precio tan alto para acceder a elementos que son claves para su desarrollo. No se debe seguir con una política equivocada que lo único que ha conseguido es agrandar cada vez más la brecha tecnológica, sobre todo para los sectores de menores ingresos. Gustavo Lorenzo Brisco (h) Lic. Economía E. Universidad T. Di Tella
|
|
... |
|
Volver |
|
|
|