Copa Libertadores
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Miércoles, 5 de agosto de 2015
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De pronto, Bertolo y Alario están en el paraíso Cinco semanas atrás, no conocían Núñez desde adentro; el destino los unió en la final Un giro inesperado. La vida puede transformarse en apenas cinco semanas. Nicolás Bertolo y Lucas Alario, un puñado de días atrás, eran dos buenos futbolistas sin estrella, sin cartel. Un volante de 29 años surgido en Boca, con destellos de habilidad en Banfield, tironeado por San Lorenzo. Un delantero de 22 años con 12 goles en cuatro temporadas en Colón, nada fuera de lo común. Marcelo Gallardo, el conductor de River, tiene ojo clínico: entiende el juego de las tácticas y de las personalidades. Algo les vio, evidentemente. Entiende el concepto de curso intensivo de liderazgo. Sujetos desconocidos para el gran ambiente convertidos en piezas indispensables para la última obra, esta noche, en la final de la Copa Libertadores. El rompecabezas encaja justo con sus apellidos. Una moneda al aire que cae cara: hoy mismo pueden ser campeones de América, lo que miles esperan una vida entera. Bertolo y Alario, titulares inesperados apenas semanas atrás, pueden creerlo. Es verdad: salen a la cancha.
Un tweet de Marcelo Tinelli, el vicepresidente de San Lorenzo, le provocó dolor en el pecho a Bertolo, que igual tomó una decisión mayúscula: se inclinó por River, a pesar de haber surgido en la Ribera, con apenas diez partidos con esa camiseta y cinco clubes en la travesía, con marchas y regresos. Hábil, cerebral y con clase para ocupar el espacio en un extremo y otro, se presentó con la determinación de reemplazar, con otro estilo, la sangría que provocó la salida de Ariel Rojas. Hoy en Cruz Azul, el volante fue indispensable, sobre todo, en la primera parte exitosa de la banda roja en diagonal en tiempos recientes, en el título doméstico con Ramón Díaz como conductor. Con el Muñeco, empezó en silencio y acabó a viva voz. Hasta que una rencilla contractual interminable finalizó con su salida al exterior.
La ansiedad de Bertolo le provocó una herida seria. Se presentó en sociedad el 22 de junio; hizo su debut el 3 de julio, en San Juan, en una derrota por 2 a 0 contra Rosario Central por la Copa Argentina y duró un suspiro: a los 22 minutos salió por un desgarro en la parte inferior del gemelo de la pierna derecha. "Elegí al más grande." Aquella frase, tal vez envuelta en demagogia, había sido un pelotazo en contra: Bertolo no podía demostrar de qué estaba hecho. Hasta que volvió en el terreno doméstico en el triunfo por 3-1 contra Colón. Y en la segunda parte en el terreno resbaladizo en Monterrey, en reemplazo del uruguayo Tabaré Viudez, lastimado. Igual que su colega Rodrigo Mora.
Una alarma en la rodilla izquierda casi provoca el colapso. Lucas Alario era de River, aunque no había firmado el contrato. Se concretó, al final, por la presión del chico que soñaba con jugar en la banda. La polémica salida de Teo Gutiérrez (hoy, en Sporting de Lisboa), las dudas físicas de Fernando Cavenaghi y las respuestas inseguras de los chicos Driussi y Boyé, lo corrieron rápidamente de un papel de recambio al cuadro principal. El 29 de junio conoció el Monumental desde adentro. Los pasillos, las vitrinas, el aroma a grande. Y saltó a la cancha, con la sapiencia del Muñeco y ante la incredulidad de muchos. Casi todo el encuentro en casa con Guaraní con presencias determinantes, un golazo contra el conjunto paraguayo en Asunción y cuando el espectáculo se salía de la escena, y presencia en el área y trabajo sucio en las afueras del área, en la batalla de Monterrey.
"Llegué a River y, en menos de dos meses, estoy jugando la final de la Libertadores... Son las cosas lindas que tiene el fútbol. No lo esperaba; es un orgullo vestir esta camiseta." No lo puede creer. Si Bertolo, el cordobés, es conocido en el ambiente, Alario, el santafecino, es saludado sólo por los especialistas. Y de pronto golpean las puertas del cielo. Titulares sorpresivos de la finalísima. La habilidad de Bertolo, la capacidad de Alario. A jugar...
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