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Universidad Nacional del Nordeste
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Viernes, 19 de noviembre de 2021
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Las superbacterias toman protagonismo ante la progresiva ineficacia de los antibióticos La automedicación, el uso irracional e ilimitado de antibióticos en casos que no corresponden, sumado a la puerta abierta que deja la pandemia de Covid-19 a su paso, aceleraron lo que hasta hace unos años la comunidad científica lo exponía como una alarma: la aparición de superbacterias resistentes a un amplio espectro de fármacos.
Los responsables sanitarios de la Comunidad Europea han reforzado sus esfuerzos para poner freno a una de las mayores amenazas de la humanidad, la de no contar con antibióticos efectivos sin los cuales cualquier herida podría convertirse en letal.
Dada la relevancia del tema la Organización Mundial de la Salud estableció entre el 18 y 24 de noviembre, la Semana Mundial de Concienciación sobre los Antimicrobianos.
Los tiempos se han acelerado, se estimaba que en el 2050 habría unas 10 millones de muertes atribuibles a todo tipo de infecciones sin que los antibióticos ejerzan su acción terapéutica. El paso del COVID-19 trastocó esta previsión adelantando esa cantidad de muertes para el 2040 e incluso para el 2030. Las autoridades europeas calculan que las superbacterias ya matan cada año a 33.000 personas en ese continente.
Las bacterias se multiplican en pocos minutos y a veces sufren cambios que las hacen más resistentes frente a algún antibiótico. Pero lo más interesante es que, esa “nueva fortaleza” que adquieren las transmiten a otras bacterias vecinas incluso a aquellas que no pertenecen a sus familias, dando paso a legiones de nuevas superbacterias.
En la Región NEA el Instituto de Medicina Regional (IMR) de la UNNE desarrolla desde hace muchos años proyectos para estudiar la resistencia antimicrobiana. Según lo explica su director el doctor Luis Merino, se realizan estudios sobre bacterias de origen humano y ambiental (en alimentos, suelo y agua).
A partir de estas líneas de investigación han encontrado “bacterias multirresistentes en pacientes hospitalizados y en otros que nunca lo estuvieron”.
-Al ritmo que vamos, ¿qué tan lejos estamos de que los antibióticos pierdan su efecto y cualquier infección pase a ser letal?
En la actualidad ya existen antibióticos que perdieron totalmente su efecto frente a muchas bacterias que producen infecciones graves (por ejemplo la penicilina frente a Staphylococcus aureus) y ya se registraron en todo el mundo bacterias panresistentes, es decir, resistentes a todos los antimicrobianos conocidos.
Según la Organización Mundial de la Salud, si no se controla el aumento de la resistencia antimicrobiana, para el año 2050 en el mundo habrá más muertes relacionadas con superbacterias resistentes que por cáncer. De hecho, la OMS estima que, para ese no tan lejano 2050, la resistencia a antibióticos será la principal causa de muerte en el planeta.
-Hay alguna estadística que usted conozca sobre la cantidad de muertes producto de la resistencia a los fármacos que ofrecen determinadas bacterias?.
Actualmente, alrededor de 700 mil personas mueren por año en todo el mundo por enfermedades causadas por gérmenes resistentes. En esos decesos no sólo están implicadas aquellas bacterias que producen infecciones hospitalarias, sino también Mycobacterium tuberculosis, que desarrolló multirresistencia, principalmente con el advenimiento del SIDA.
-¿Existe evidencia científica de que el COVID haya empeorado la resistencia silenciosa de las superbacterias?
Si, durante la pandemia se hizo un sobreuso de los antimicrobianos tanto para prevenir infecciones respiratorias como para tratarlas. A este aumento de la multirresistencia se la ha llamado la pandemia silenciosa ya que quedaba solapada por la pandemia viral.
Al uso de antibióticos en ambientes hospitalarios, se le sumó el uso incrementado de algunos desinfectantes que también predisponen al surgimiento de algunas bacterias resistentes.
A modo de ejemplo, en un estudio realizado en nuestro país se vio que el porcentaje de resistencia de Klebsiella pneumoniae, una bacteria que produce infecciones respiratorias, aumentó del 25 al 38% frente al imipenem, un antibiótico de uso común en infecciones graves.
-¿La ineficacia de los antibióticos es tenida en cuenta por los laboratorios?
Si, es una preocupación no solo de los laboratorios de especialidades medicinales de uso en medicina humana sino también de aquellos que desarrollan antibióticos de uso en salud animal,
¿Se trabaja con nuevos fármacos experimentales?
Si, se están estudiando nuevos fármacos, pero debe tenerse en cuenta que no solamente deben ser efectivos contra las bacterias, sino que también deben ser inocuos, es decir, no presentar efectos adversos en las personas.
Se ensayan modificaciones de algunos existentes o combinaciones de los que se conocen con compuestos que pueden evitar los mecanismos por los cuales las bacterias se hacen resistentes.
También se buscan alternativas como derivados de productos naturales, principalmente provenientes de plantas de uso medicinal, o de estrategias basadas en nanopartículas de metales pesados como la plata, que poseen efecto letal sobre las bacterias.
-Frente al escenario que la ciencia anticipa, ¿son suficientes? ¿qué estrategia está adoptando la industria farmacéutica?.
No sería suficiente encontrar nuevos antimicrobianos si no se aplican medidas para detener el aumento de las bacterias resistentes o la aparición de nuevas resistencias, aún desconocidas.
La industria farmacéutica a nivel mundial está tratando de encontrar nuevas drogas para tratar a las “súperbacterias”. Sin embargo, desde fines de la década del 80 que no se encuentran nuevos antimicrobianos.
-Desde su punto de vista, cómo se pone fin a esta espiral que se inicia con el uso descontrolado de antibióticos (muchos de ellos por automedicación) y la consecuente resistencia antimicrobiana. De existir nuevos y poderosos fármacos, pero sin control en su suministro, darían origen a bacterias más resistentes….y así sucesivamente.
Hay varias medidas que pueden adoptarse con respecto al uso racional de antimicrobianos, o sea, no recetarlos indiscriminadamente cuando no existe una infección bacteriana, evitar la automedicación, administrarlos en dosis y períodos adecuados. No deben usarse antibióticos que son de última opción cuando la bacteria es sensible a otros de uso más frecuente.
El acortamiento de los tiempos de hospitalización y las buenas medidas de seguridad e higiene disminuyen las tasas de infecciones intrahospitalarias por bacterias resistentes.
Debe controlarse también el uso de antibióticos en animales tanto en los de cría como en los de compañía.
Las vacunas también son importantes para detener la aparición de bacterias resistentes porque previenen las infecciones y disminuyen su transmisión.
Es importante la capacitación constante de todos los integrantes de los sistemas de salud y por supuesto, socializar la problemática con foco en toda la comunidad.
Debido a la facilidad y la frecuencia con que se desplazan ahora las personas dentro de los países y entre continentes, la resistencia a los antibióticos es un problema de dimensiones mundiales que requiere esfuerzos por parte de todas las naciones y de diversos sectores los cuales deben apoyar las actividades de vigilancia de la resistencia y a la investigación en ese tema.
El problema de la multirresistencia bacteriana debe abarcarse inter y multidisciplinariamente, teniendo en cuenta aspectos de la salud humana, animal y ambiental, lo cual está contemplado en la iniciativa “Una Salud” de la O.M.S.
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