Fuerte condena de ONU y UE
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Miércoles, 16 de septiembre de 2015
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En Hungría, represión policial a inmigrantes dejó 300 heridos La rabia y la exasperación de los inmigrantes y refugiados en la frontera entre Serbia y Hungría dio lugar este miércoles a duros enfrentamientos con la policía magiar, que recurrió a gases lacrimógenos y cañones de agua para responder al lanzamiento de piedras, botellas y otros objetos por parte de cientos de jóvenes manifestantes. El grave balance al cabo del día fue de al menos 300 heridos entre los inmigrantes y veinte entre los policías húngaros.
El comportamiento de las fuerzas de seguridad magiares fue condenado con dureza por la ONU y la Unión Europea (UE), además del gobierno de Belgrado.
El secretario general de Naciones Unidas, Ban ki-moon, se dijo "impresionado" por el trato reservado a los desesperados.
"No es aceptable, es gente que escapa de guerras y de persecuciones y que debe ser tratada con dignidad humana", afirmó.
Igualmente dura fue la protesta del comisario europeo de Inmigración, Dimitris Avramopoulos, para quien "defender las fronteras con violencia no es compatible con los valores y los principios europeos".
Por la noche, el gobierno de Belgrado envió una nota de protesta a Hungría por la violación de territorio serbio por parte de la policía magiar en el uso de los lacrimógenos y de los cañones de agua, mientras el premier serbio habló de acciones brutales por parte de las fuerzas del orden. Los enfrentamientos de hoy aumentaron notablemente la tensión en la tierra de nadie, en el paso fronterizo de Horgos, donde desde ayer -tras la entrada en vigor de las nuevas medidas anti-inmigrantes en Hungría- miles de refugiados apelmazados ante el muro de alambrada levantado por Budapest no cesan de gritar consignas hostiles contra Hungría y a favor de Serbia y de la Alemania de Angela Merkel.
"Abran esta puerta", Merkel, ayuda a los sirios", "Gracias Serbia", gritaron durante toda la mañana. Después, por la tarde, el giro que desató la guerrilla y los choques: algunos inmigrantes trataron de forzar y abatir la valla metálica.
La reacción de la policía húngaro no se hizo esperar. Fue dura y violenta. Durante al menos tres horas, al lanzamiento de piedras y botellas por parte de los inmigrantes, los agentes antidisturbios respondieron con lacrimógenos y cañones de agua.
En el cielo, durante horas, volaron helicópteros de la policía y del ejército húngaro. La repentina aparición del ministro del Trabajo serbio, Aleksandar Vulin, calmó la situación y tantos creyeron en un milagro, es decir en la apertura del muro, pero no fue así.
El ministro dijo a los periodistas que había convencido a los manifestantes a que desistiesen de lanzar objetos contra la policía húngara, que se retiró de manera temporal. La calma, sin embargo, duró poco. Cuando Vulin estaba todavía en el lugar, los agentes sorpresivamente volvieron a disparar lacrimógenos.
Al final, los heridos fueron al menos 300 entre los inmigrantes, una veintena entre los agentes. Por la noche, la situación en el infierno de Horgos era aparentemente tranquila, pero siempre tensa.
Varios cientos de refugiados aceptaron trasladarse al vecino centro de acogida de Kanjiza, y algunos de ellos, para esquivar el muro húngaro, se mostraron partidarios de viajar hasta la frontera entre Serbia y Croacia.
El gobierno de Zagreb, que se espera al menos 4.000 refugiados en los próximos días, dijo que no levantará barreras defensivas y que no pondrá obstáculos a la continuación del viaje por parte de los inmigrantes hacia Alemania y otros países del norte de Europa.
Por la noche, el premier húngaro, Viktor Orban, que ayer ya había anunciado su intención de extender el muro a la frontera de su país con Rumania, prometió que hará lo mismo en la frontera croata.
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