Boxeo Internacional
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Domingo, 4 de octubre de 2015
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Matthysse estaba para soñar, pero el ucraniano lo puso KO En el décimo asalto, una derecha de Postol mandó al chubutense a la lona y marcó el final de la pelea. Se quedó sin nada Lucas Matthysse. Quería recuperar el cetro superligero del CMB. Soñaba con dejar al boxeo argentino en lo más alto, después del retiro de Maravilla Martínez y de la larga inactividad del Chino Maidana. Pero en el décimo asalto un bombazo le explotó en su rostro. Y no pudo, ni se quiso levantar el chubutense. Así el título fue para el ucraniano Viktor Postol, que dio el batacazo en la noche del StubHub Center, en California.
“La verdad que Postol tuvo su noche y a mi no me salió nada, además tenía el ojo izquierdo lastimado, así que preferí cuidármelo”, expresó Matthysse, arriba del ring, ante la atónita mirada de miles de espectadores que habían ido a ver un triunfo de La Máquina, el boxeador tan promocionado por el empresario Oscar De la Hoya.
Quedaron decenas de interrogantes sobrevolando. ¿Por qué no quiso arriesgar Matthysse y seguir en la batalla? ¿Habrá sido buena la preparación técnico física? ¿Por qué desde que perdió el título en el 2013 con Danny García nunca pudo volver a ser el mismo destructor? Ayer, la historia pintaba complicada. Porque Matthysse nunca se sintió dueño de la pelea. Una cosa es ir arriba en las tarjetas, como en los primeros cuatro asaltos. Y otra muy distinta es imponerse.
Intentó achicar, dando pasos cortos, pero el ucraniano Postol camino bien el ring, y jabeó mucho mejor para mantenerse a distancia. Sacó provecho de su altura (diez centímetros más alto que Matthysse) y de su mayor alcance de brazos. Entendió Matthysse que su negocio, entonces, era buscar una pelea desprolija, sacando golpes curvos y pegándole por dónde sea a Postol, un frío ucraniano, especialista de la defensa personal. Tan bueno era cuidándose Postol que contrató a Freddie Roach (el entrenador de Manny Pacquiao) sólo para que le corrija defectos en su ataque.
En ese contexto, Matthysse fue y fue a buscar su pelea. Y en el sexto, quebró por primera vez a su rival. Fue una mano izquierda, cruzada, la que impactó de lleno en el rostro de un Postol algo conmovido por la potencia de ese envío. Y claro, un golpe de Matthysse (noqueó a 34 de sus 37 rivales) es capaz de voltear hasta a un mediano. Sin muchas ideas, el chubutense se repitió en una búsqueda incesante a la espera de que se filtrara una de sus dos manos salvadoras.
Pero en la segunda mitad de la pelea, fue de mayor a menor. Sufrió un cabezazo que le hinchó su ojo izquierdo. Y ahí volvieron los fantasmas de la pelea con García, que perdió por una lesión similar. A esa altura, aparecía como una corazonada innecesaria jugársela por una mano, cuando Matthysse tiene recursos para mucho más. Entonces, se fue destiñendo. Como si los aciertos de su rival hubiesen ido quitándole cada una de sus convicciones. Se metía en la guardia enemiga, pero tardaba en descargar envíos. Y sin jab, es difícil. Porque no hay golpe de apertura. Se fue cansando Matthysse. Se comió un derechazo cruzado que lo dejó de rodillas. Y sin nada.
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