Conciencia Social
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Jueves, 3 de diciembre de 2015
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Vecinos salvaron la vida de una mujer y su hija, salvajemente golpeadas Otro caso conmovedor de violencia machista tiene como escenario a la localidad de San Miguel, donde gracias a la intervención de vecinos, una mujer de 28 años, Jésica Salina, y su hija con discapacidad lograron salvar sus vidas. El agresor fue el esposo de la víctima, un chofer de ambulancia que se desempeñaba en el hospital local. La coordinadora provincial de Mumala (Mujeres de la Matria Latinoamericana), Leticia Gauna, y una integrante de la organización, Jésica Paz, tomaron contacto con la víctima y la acompañan en este doloroso proceso que debe atravesar.
De acuerdo al relato que Jésica Salina confió a Mumala, fue humillada y castigada psicológica y físicamente por su esposo, Armando Ojeda, durante más de 12 años. Ojeda es chofer de una ambulancia del hospital de San Miguel, y maltrataba cruelmente, además, a su hija discapacitada frente a la mirada de los vecinos que esta vez decidieron intervenir.
El martes pasado, al volver de su trabajo, testigos relataron que Ojeda se abalanzó a golpes contra su hija discapacitada con una linterna de metal tipo policía. Al intentar oponerse, Jésica resultó con el tabique roto y múltiples golpes. Alertados, un grupo de vecinos intervino y Ojeda huyó del hogar.
Tras hacer la denuncia y ya en el hospital, Jésica cuenta que, si bien fue bien atendida por sus heridas, debió soportar que el director del nosocomio le pida “que retire la denuncia”. Tras la negativa, esa misma noche recibió la visita en su domicilio de una enfermera y la bioquímica del hospital, quienes volvieron a insistirle para que retire la denuncia. En todos los casos, el argumento era que detenido Ojeda, su esposa e hijas perderían toda fuente de ingreso y que luego de la denuncia, ninguna de las personas ni organizaciones que se ofrezcan para acompañarla quedarían a su lado.
En ese sentido, el caso expone las dos caras de una realidad que desde hace tiempo las organizaciones intentan visibilizar: por un lado, la sociedad comienza a tomar conciencia de que puede intervenir y salvar vidas; y por otro, la persistencia de una cultura machista que motivó a directivos y compañeros de trabajo del agresor a pedirle por favor a Jésica que levante la denuncia en su contra.
“Dolorosamente tenemos que contar otro caso de violencia en San Miguel, donde Mumala viene trabajando desde hace más de un año en charlas de concientización y capacitación para que todos comprendamos que el problema de la violencia de género es social, no privado. En este caso, los vecinos salieron a defender a las víctimas, y el agresor no las mata porque todo el barrio interviene”, resaltó Leticia Gauna, quien junto a Jésica Paz (Mumala) acompañaron a la víctima al momento en que debía prestar declaración esta mañana ante el Juzgado de Instrucción Nº2.
“Nos contó que hace 12 años se aguanta los malos tratos, y esta vez dijo basta. Le pidió al marido que lleve sus cosas y se vaya de la casa, y eso hizo que volviera a golpearla, tanto a la madre como a la hija discapacitada. En este caso, las víctimas están vivas porque intervinieron los vecinos, no el Estado”, señaló la referente de Mumala al evaluar, asimismo, el grado de perversidad que hay cuando se naturaliza la violencia, cuando la mujer no solamente queda oprimida por su pareja, sino por todo un contexto en el que ella no puede pedir ayuda a quienes se supone que la tienen que ayudar.
“Le dijeron que si no retira la denuncia, él puede perder su trabajo. Nuevamente es ella sola la que se expone, cuando son los funcionarios públicos los que deben garantizarle a ella un mínimo de seguridad y protección. Sin embargo, con la nariz rota y la hija golpeada, le piden que sea ella quien le conceda a él un mínimo de protección”, lamentó Gauna.
Para Mumala, pese a las circunstancias, es destacable la intervienen colectiva de los vecinos, que constituyeron rápidamente una red de contención para las víctimas.
“Tenemos que recordar siempre que no es simplemente un problema de pareja. Hablando con Jésica nos dimos cuenta que ella estaba sometida en todos los sentidos. Es que la violencia está naturalizada y si no nos involucramos, los violentos se sostienen en el tiempo, porque existe toda una red invisible de impunidad que los sostiene”, enfatizó la coordinadora de Mumala.
#NIUNAMENOS
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