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Aniversario
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Martes, 8 de diciembre de 2015
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La última vez de Amadeo Carrizo en La Boca: derrota, cargada y piñas  Se cumplen 50 años de un dramático Superclásico que Boca le ganó a River por 2-1. Fue el último del prócer millonario en la Bombonera, y terminó con una pelea entre los jugadores.
La llegada masiva de extranjeros (60), el penal de Roma a Delem (62), el primer superclásico de la historia sin goles (64), la Puerta 12 (68) y una vuelta olímpica en medio de grifos abiertos (69) fueron algunas de las historias que marcaron los Boca-River de la década del sesenta.
Hubo un partido dramático y definitorio como pocos, menos recordado, del cual hoy se cumple medio siglo. El 8 de diciembre de 1965, en una Bombonera con gente hasta detrás de los arcos, Boca y River se enfrentaron por la fecha 32. Aunque los dos llegaban empatados en 45 puntos, había más obligación para el local: en la fecha siguiente debía visitar a San Lorenzo y en la última recibir a Chacarita. A su rival le quedaba un fixture más accesible: Huracán adentro y Argentinos afuera.
Aquel Boca, dirigido por un símbolo riverplatense como Pipo Rossi, confiaba en el influjo de su escenario, donde los de la Banda no ganaban desde el 8 de diciembre de 1955. La coincidencia calendaria y un tempranero gol de Luis Artime llevaron a pensar que esa tarde se cortaría la racha. Si Boca ya estaba presionado antes del comienzo, ni hablar con ese 0-1 que lo ponía al borde del nocaut. No tardaron en caer los centros sobre el área de Carrizo, que imponía su 1,90 metro y sus manos firmes para frustrar esos intentos. A mitad de la etapa, Amadeo terminaba de descolgar otra pelota cuando recibió la carga de Alfredo Hugo Rojas, el Tanque, portentoso delantero xeneize. El arquero permaneció un rato tendido. ¿Enfriaba el clima o realmente había sentido el golpe? Crónicas de la época cuentan que Carrizo mandó a avisarle al DT, Renato Cesarini, que hiciera calentar al suplente. El suplente era un flaquito con onda beatle y apenas 21 años: Hugo Orlando Gatti. Así, con un equipo yendo y el otro resistiendo, terminó el primer tiempo.
En el intervalo, mientras los vendedores de Pindapoy vaciaban sus bandejas de jugos en cartón entre un público sediento, se especulaba sobre la continuidad de Carrizo. La leyenda dice que él no quería seguir y que Cesarini lo obligó a quedarse. El primer tiro al arco en la segunda etapa fue uno de Pocho Pianetti, desde 35 metros. Entró cerca de un ángulo: 1-1. La cancha comenzó a inclinarse, mucho más después de que el árbitro expulsara a Lallana por un golpe a Silvero pese a que, desde los viejos palcos, casi todos los periodistas vieron que Silvero le había pegado a Lallana.
River se refugió atrás para cuidar el punto que lo mantenía arriba. Boca se lo llevaba por delante con el fútbol de Rojitas, Angel Clemente, y el despliegue de Gonzalito, Alberto Mario. Iban 87 minutos cuando Beto Menéndez, un crack de la cantera millonaria que acabó en la otra vereda, ingresó al área por izquierda y sacó un zurdazo que, tras desviarse ligeramente en Ramos Delgado, ingresó por el primer palo que defendía Carrizo. Arriba Boca: 2-1 y dos puntos de ventaja. "Los dos goles son inexplicables para su jerarquía", criticó el periodista Osvaldo Ardizzone en El Gráfico al guardavallas de 39 años. Julio César Pasquato, de la misma revista, lo calificó con un 4. Uno de los siete fotógrafos enviados por la publicación a ese encuentro registró el preciso momento en el cual Rojitas le señalaba a Carrizo la pelota dentro del arco. Amadeo se bancó la irreverencia del chiquilín pero explotó después de que Menéndez, camino al vestuario, cargara a su excompañero por la nueva derrota en La Boca. La piña de Carrizo, primera de las muchas que se tiraron jugadores de uno y otro lado, abrió el pómulo derecho de Menéndez, atendido en el consultorio médico. Hasta ahí llegó el presidente Alberto J. Armando, tratando de "cobarde" al agresor. "Que me venga a pegar a mí", desafió Rattin, con las venas hinchadas en su cuello de jirafa.
Amadeo no volvió a atajar en la Bombonera. Se retiró en 1970, en Colombia. En Millonarios, por supuesto. Hace un par de años, por iniciativa de la Mutual de Ex Jugadores, fue agasajado en La Boca. A su lado, contemporáneo y fraternal, estaba el Rata. Ya eran grandes para pelearse.
Artículo de: Marcelo Guerrero
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