Tres grandes agencias lo clasificaron
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Miércoles, 24 de febrero de 2016
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La deuda de Brasil ya es tratada como basura En medio de la peor recesión desde 1901, la deuda de la mayor economía de Latinoamérica se cambia ya como basura según las calificaciones de Standard & Poor´s, Fitch Ratings y Moody´s. Ésta última fue la tercera entidad en mover ficha y recortar la nota de Brasil en dos escalones hasta Ba2, la misma que Angola, a medida que la contracción del país sigue su curso y las previsiones de la propia entidad apuntan a una contracción de hasta el 3% este año. Un nuevo viento en contra para la presidenta, Dilma Rousseff, quien se encuentra bajo presión para relajar el ajuste implementado hasta ahora y estimular el crecimiento mientras intenta sobrevivir a una posible destitución. "Para nosotros, la incertidumbre no es positiva y no ofrece claridad sobre los resultados y la dirección de las políticas, y esta incertidumbre se refleja en nuestra perspectiva", explicaba Samar Maziad, analista de Moody´s, quien indicó que la agencia mantiene una proyección negativa sobre el país. No es para menos. Según sus estimaciones el progreso en la consolidación fiscal será lento y el crecimiento anémico durante los próximos dos o tres años. Con este truculento panorama sobre la mesa, Moody´s advertía que la carga de deuda superará el 80% del PIB en los tres años venideros.
Aún así, desde el gobierno brasileño confirmaron que la decisión de Moody´s no altera el compromiso de éste para reducir el déficit fiscal, que superó el 10% del PIB el año pasado. No debemos olvidar que otras agencias de calificación como Fitch y Standard & Poor´s ya calificaron la deuda pública brasileña como basura el año pasado y, de hecho, esta última recortó aún más la nota brasileña la semana pasada, hasta BB desde BB+. El triplete de basura brasileña servía ayer de lastre para muchas de las empresas españolas que miraron a la mayor economía de Latinoamérica durante la crisis en España como fuente de crecimiento. Repsol, Telefónica o Banco Santander cayeron alrededor de un 4% durante la jornada. Otras compañías extranjeras, como el británico HSBC o el estadounidense Citi han optado por abandonar el mercado brasileño.
Precisamente, Brasil será uno de los temas que coparán la atención de la reunión de Ministros de Economía y Finanzas del Grupo de los 20 que se celebrará el próximo 26 y 27 de febrero en Shanghai. Ayer, eFondo Monetario Internacional presentó su agenda política, donde se incluyeron perspectivas y recetas para enfrentar el volátil contexto actual. En ellas se hizo referencia a Brasil. "Es necesario una mezcla de medidas macroeconómicas apropiada para restaurar la confianza en la inversión una vez que se disipen las incertidumbres políticas", señaló el documento. "El gobierno debe buscar una consolidación fiscal atajando la rigidez y la insostenibilidad del gasto, incluído su sistema de seguridad social, a través de medidas fiscales", añadieron los funcionarios del Fondo quienes señalaron que para reducir la inflación hasta un 4,5% en 2017, la política monetaria tendrá que ser rígida. La institución espera que Brasil se contraiga un 3,5% este año y no crezca, pero tampoco se contraiga, el año próximo.
De cara a la reunión del G-20, el FMI advirtió que las turbulencias en los mercados financieros y las caídas en los precios de los activos, con origen en el debilitamiento chino y los vaivenes del petróleo, "aumentan los riesgos de que la recuperación global acabe por descarrilar, en un momento en que la economía es muy vulnerable a shocks adversos".
El FMI concluyó que la resaca de un debilitamiento en China podría contagiarse a la economía global a través de varios factores. El primero, el comercio, ya que una caída de un punto porcentual en la inversión de la producción del gigante asiático podría reducir el crecimiento de las economías del G-20 en un cuarto de punto porcentual. Además, caída de un punto porcentual en el crecimiento chino podría lastrar en un 6% los precios de las materias primas en los dos próximos años. El posible freno en China podría reducir sensiblemente su inversión directa en el extranjero, que alcanzó el billón de dólares en junio de 2015.
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